Puede serte de ayuda para iniciarte en esta práctica:
Comer con tu mano dominante.
Dejar los cubiertos sobre la mesa mientras masticás.
Comer silenciosamente durante cinco minutos, poniendo nuestra atención en los procesos que han sido necesarios para generar esa comida,
desde el agua o el Sol hasta el agricultor, el transportista, el comerciante y el cocinero.
Tomar bocados pequeños y masticar lenta y profundamente.
Antes de abrir la heladera tomar un par de respiraciones profundas y preguntarte: ¿realmente tengo hambre física?
Si no es así, podés hacer unas cuantas respiraciones más, leer un libro, salir a dar un paseo, ordenar un cajón u otra actividad.
Cuando no estamos presentes, estamos en el estado mental "haciendo planes" o "recreando situaciones pasadas", lo cual pasa a ser una pauta de conducta que genera ansiedad y eso puede llevarnos a comer compulsivamente.
Cada momento es bueno para poner en práctica nuestra atención y que cada vez alcance más instantes en nuestro día.
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